I. Cuentan que tres personas, viajando por Africa, iban por el desierto del Sahara en una caravana y vieron a un hombre que contemplaba la puesta del sol desde lo alto de una montaña. Los tres viajeros trataron de entender qué hacía allí aquel hombre que estaba solo en medio del desierto tan grande.
II. — Yo creo que debe ser un pastor que busca alguna oveja, — dijo el primer hombre de aquella caravana. — Sí, creo que ese hombre ha perdido una de sus ovejas u otro animal.
— No lo creo, — dijo entonces el segundo hombre. — ¿Cómo puede este hombre buscar algo o a alguien justo a esta hora, que ya es tarde, casi en la oscuridad? Seguramente está esperando a algún amigo.
— ¡Esperar a un amigo! ¡Que no! Es una tontería, — dijo el tercer hombre. — Me parece que es un hombre santo, un sabio, y quiere estar solo para descubrir la verdad, encontrar la sabiduría en lo más alto de la montaña.
III. Los tres hombres comenzaron a discutir sobre cuál de ellos tenía la razón. La discusión era tan fuerte, que casi llegó a pelea, y al final, decidieron ir hasta allí para preguntar al hombre de la montaña qué hacía allí. Así pensaron y así hicieron. Para saber cuál de ellos tenía la razón se dirigieron hacia el hombre de la montaña.
Al llegar a él, el primer hombre preguntó:
— Dígame, señor... ¿Qué está haciendo aquí usted en soledad en medio del desierto tan grande? ¿Está buscando una oveja?
IV. El hombre le miró extrañado:
— ¿Una oveja? ¡No! ¡No tengo ningunas ovejas! — respondió entonces.
— ¡Lo sabía! — dijo el segundo hombre. — Entonces está usted esperando a alguien, ¿verdad?
— ¿A quién voy a esperar aquí? ¡Qué va! Soy un hombre solitario del desierto, — dijo él.
— ¡Bingo! — dijo el tercer hombre. — ¡Tenía yo la razón! Entonces eres un sabio que busca la verdad, busca la sabiduría y a Dios.
El hombre miró a los tres hombres y dijo:
— ¿Por qué pensáis que todo en la vida necesita una explicación? Solo vine aquí a contemplar la puesta del sol, es muy bonita. ¿No creéis que es bastante para dar sentido a la vida?